jueves, 23 de febrero de 2017

Limpieza de acequias en Íllimo

La labor comunal se realizaba de manera conjunta, ordenada y satisfactoria por el bienestar de la localidad y su población en general. Íllimo no fue ajeno a ello.

Es una tradición que data en Íllimo desde inicios del siglo XIX, cuando se hicieron las reparticiones de las tierras a los pocos pobladores que por acá echaron raíces. Entonces hubo la necesidad de establecer un sistema de riego, habiéndose convertido los bosques de algarrobos en tierras de cultivo.
Por eso se construyeron las acequias o canales de regadío y para su mantenimiento todos los agricultores tenían que colaborar en la limpieza de éstas. Para dar aviso sobre este trabajo, se acostumbra tocar un tambor o caja de cuero de chivo, muy sonora por cierto, el que lo maniobra es uno de los agricultores.
Tiene dos maneras de toque, uno para anunciar la reunión y otra para anunciar el lugar por donde va la limpia. Famoso cajero fue don Luis Flores, casado con la Sra. Manonga Vílchez. A él le decían “El Borrao” Flores, por las viruelas que habían sufrido cuando era niño.
Primero se limpian las ramas y después se hace lo propio con los cauces o acequias madre. Cada agricultor participante, gana un jornal, un boleto que le servirá para realizar los arreglos de derechos de agua en la oficina de regantes del lugar.
El trabajo es en conjunto, todos para todos, es una especie de Minga, después de concluida toda la labor todos los agricultores se reúnen en el último día y hora de trabajo y la caja anuncia que todos irán a realizar la limpieza del cementerio general del pueblo como un homenaje a todos los agricultores muertos del lugar y para que las ánimas los ayuden en sus sembríos y cosechas.

Fuente:

Prof. Salomón Cabrejos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario