domingo, 22 de octubre de 2017

Tradiciones y costumbres illimanas

El corte de pelo es una tradición muy antigua que se ha practicado en Íllimo, y va junto con al “Agua del Socorro”, acción que es practicada antes de que el niño sea bautizado, por ello se dice que al cortarle el cabello se están “cortando los cachitos”, y el Agua del Socorro lo libra de las manos del demonio.
El uso de los sacramentos de la Iglesia se cumple en todo hogar cristiano, acto curioso después de realizado el bautismo en la Iglesia, se tiene que dar “el capillo” del ahijado, el cual consiste en arrojar monedas de bajo valor a los niños, acto realizado por los padrinos, ante la presión de los niños con las siguientes frases: “Padrino pata de candao dame capillo, sino se te muere el ahijao”, entonces es así donde el padrino arroja las monedas que los niños recogen con mucho afán.
Los velatorios son ceremonias fúnebres que se han realizado en homenaje de despedida al difunto, sus modos originales se han ido perdiendo por la llegada de la modernidad. Pero en Íllimo siempre se han realizado los velorios manteniendo en casa al difunto por un espacio de 24 horas en una capilla ardiente alumbrada por cuatro velas, dos a la altura de la cabeza y dos a la altura de los pies, colocadas a los costados, debajo del cajón o ataúd, y a la altura de los pies se coloca un vaso con agua y una ramita de ruda para espantar al demonio.
Durante el velatorio no se barre la habitación,  los familiares duermen cerca de su pariente, en mantas o petates, lamentando y llorando, llegando a plañir siento este un quejido raro y por el que dan a conocer a todos los asistentes cómo fue el difunto. En el plañir ellas van contando los hechos más importantes del difunto.
Para guardar luto se visten de mantón negro, medias del mismo color, todo el vestido negro, el luto dura de acuerdo a la estimación hacia el finado. Si después de las 24 horas no lleva toda la parentela, el entierro se posterga por unas horas más. Si el deceso ocurrió muy lejos del pueblo o de la ciudad, el muerto tiene que ser cargado en hombros de sus amigos y familiares, por no haber carrozas.
Todos van en la compañía, llorando y gimiendo, parte de la ropa se coloca en el cajón y otra parte se queda en la casa para el recuerdo. La noche la pasan tomando “yonque” o aguardiente de caña, fumando y conversando. En el entierro se le ofrece una misa de responso por su alma, si el muerto ha tenido otras casas donde antes habitó, se le lleva hasta ahí, para que le haga la venia de despedida, levantando y bajando el cajón tres veces.
Después de ocurrido el entierro toda la compañía es invitada a la casa para la merienda, al siguiente día comienza el rezo de los 8 días, después de cumplidos habrá una misa y se baja el manto. El duelo se anuncia en las casas colocando dos pedazos de tela negra en aspa, una en cada lado de la puerta.

Información brindada por el Sr. Segundo Salomón Cabrejos Sandoval.