El corte de pelo es una tradición muy antigua que se ha practicado en Íllimo, y va junto con al “Agua del
Socorro”, acción que es practicada antes de que el niño sea bautizado, por ello
se dice que al cortarle el cabello se están “cortando los cachitos”, y el Agua
del Socorro lo libra de las manos del demonio.
Los velatorios son ceremonias
fúnebres que se han realizado en homenaje de despedida al difunto, sus modos
originales se han ido perdiendo por la llegada de la modernidad. Pero en Íllimo
siempre se han realizado los velorios manteniendo en casa al difunto por un
espacio de 24 horas en una capilla ardiente alumbrada por cuatro velas, dos a
la altura de la cabeza y dos a la altura de los pies, colocadas a los costados,
debajo del cajón o ataúd, y a la altura de los pies se coloca un vaso con agua
y una ramita de ruda para espantar al demonio.
Durante el velatorio no se barre
la habitación, los familiares duermen
cerca de su pariente, en mantas o petates, lamentando y llorando, llegando a
plañir siento este un quejido raro y por el que dan a conocer a todos los
asistentes cómo fue el difunto. En el plañir ellas van contando los hechos más
importantes del difunto.
Todos van en la compañía,
llorando y gimiendo, parte de la ropa se coloca en el cajón y otra parte se
queda en la casa para el recuerdo. La noche la pasan tomando “yonque” o
aguardiente de caña, fumando y conversando. En el entierro se le ofrece una
misa de responso por su alma, si el muerto ha tenido otras casas donde antes
habitó, se le lleva hasta ahí, para que le haga la venia de despedida,
levantando y bajando el cajón tres veces.
Después de ocurrido el entierro
toda la compañía es invitada a la casa para la merienda, al siguiente día
comienza el rezo de los 8 días, después de cumplidos habrá una misa y se baja
el manto. El duelo se anuncia en las casas colocando dos pedazos de tela negra
en aspa, una en cada lado de la puerta.
Información brindada por el Sr. Segundo
Salomón Cabrejos Sandoval.